Nuestros hogares deben ventilarse a diario. Esto es así porque lo ideal es mantener una buena calidad del aire interior, cambiando el aire nocivo por aire nuevo. De esta manera, evitaremos problemas relacionados con los contaminantes del aire como pueden ser los ácaros del polvo o los virus.
En otra ocasión, os hemos hablado de los tipos de ventilación que existen y de cómo hacerlo correctamente intentando optimizar el gasto de energía.
En este artículo en concreto, nos centramos en los sistemas de ventilación mecánica de doble flujo, pues son los más eficientes en cuanto a consumo energético. Además, gracias a su uso también se reducen los niveles de humedad generada por el uso habitual de nuestras cocinas, las zonas de coladuría o el baño.
¿Qué es la ventilación mecánica?
Cuando hablamos de ventilación mecánica, estamos hablando del sistema que nos permite extraer el aire del interior de nuestros hogares con la finalidad de renovarlo. De esta manera, estamos garantizando un nivel adecuado de calidad del aire interior.
La ventilación mecánica de doble flujo extrae el aire enrarecido de una habitación y lo sustituye con aire nuevo.
Normalmente, se establece un flujo de extracción en las habitaciones húmedas (cocina, baños y aseos) para sacar el aire viciado y disminuir la humedad de nuestro hogar. En las habitaciones secas (dormitorios, comedor y salón), se establece un flujo de impulsión desde el exterior para añadir el aire nuevo y limpio a las estancias.
Es lógico pensar que este cambio constante en el aire podría provocar un descenso de la temperatura de la habitación cuando hace frío o un aumento cuando hace calor, lo que supondría un gasto añadido para volver a aclimatar la habitación.
Sin embargo, el doble flujo consigue establecer un intercambio de temperatura entre el flujo de aire saliente y el entrante. Esto no quiere decir que la ventilación mecánica sea un sistema de aire acondicionado o de calefacción, pero sí ayuda a mantener nuestro hogar a una temperatura constante.
La función de los recuperadores de calor
Esto se consigue gracias a la utilización de los recuperadores de calor. Básicamente, estos funcionan cruzando el aire interior con el exterior en un núcleo para permitir el intercambio de temperatura entre ambos sin que se mezclen. De esta manera, se aclimata el aire nuevo y se pone a la misma temperatura que tenemos en el interior de la estancia. Y, cuando entra en la estancia, ya ha sido filtrado de todos los elementos nocivos que pudieran perjudicarnos.
Sin embargo, no siempre nos interesa que se produzca este intercambio de calor. En verano, por ejemplo, es habitual que se dé la situación de que el aire exterior sea inferior al interior, es decir, que haga más calor en nuestros hogares que en la calle.
Cuando esto sucede, cuando la temperatura exterior se vuelve más baja que la interior por las noches, el aire pasa al interior de nuestros hogares obviando el intercambiador de calor. De esta manera, estamos recibiendo en nuestras estancias el aire fresco directamente del exterior, pero filtrado. Esto es lo que se conoce como “bypass” automático, y nos ayudará a obtener un efecto de enfriamiento en todas las habitaciones.
Por todo esto, gracias a la recuperación de calor en invierno y el sistema de bypass por “free cooling” en verano, se reduce la demanda energética de nuestras viviendas y el gasto de nuestras facturas.