Al hablar de sistemas de climatización para nuestros hogares, lo habitual es que lo primero en lo que se piense sea la calefacción mediante radiadores o en los dispositivos con bombas de calor. Sin embargo, existe una alternativa ya consolidada en la vivienda de nueva construcción: el suelo radiante.
Generalmente, la difusión de calor a través del suelo radiante se consigue mediante una serie de tuberías que se instalan bajo el pavimento (y bajo una capa de mortero). A través de estas tuberías circula agua caliente, lo que hace que el calor generado en éstas se irradie desde el suelo hacia toda la estancia. También existe la posibilidad de hacer circular agua fría para refrescar las casas cuando hace calor. Esto es lo que conocemos como “suelo radiante refrescante”. En este artículo nos centraremos en sus ventajas:
Recuperación del espacio útil
Al instalarse debajo del suelo, se elimina la necesidad del uso de radiadores y tuberías externas. Así, se obtiene la posibilidad de recuperar ese espacio útil para nuestros hogares. Además, este tipo de instalación también puede considerarse una ventaja para aquellos que busquen una estética más minimalista o un espacio más limpio de elementos.
Mejora de la salubridad e higiene
El suelo radiante implica varias cuestiones que pueden resultar beneficiosas para la salud. Al no existir corrientes de aire derivadas de usar otras alternativas como las bombas de calor, habrá menos movimiento de los elementos nocivos en suspensión. Y, además, al estar bajo el suelo, se elimina la posibilidad de que el polvo y los alérgenos se acumulen en los radiadores.
Mayor confort
Este sistema calienta las estancias desde el suelo, haciendo que el calor se expanda hacia arriba. El mantener los pies más calientes que la cabeza y la desaparición de las corrientes de aire, hace que se mejore notablemente el confort de nuestros hogares.
Aumento de la eficiencia energética
El suelo radiante necesita alcanzar menos temperatura que la calefacción convencional para su funcionamiento (unos 40º frente a los 80º de los radiadores). Esto implica un ahorro en el consumo de energía de entre el 10 y el 30 %, que se traduce en un descenso directo en las facturas. Si además se añaden otras fuentes de energía renovable al conjunto, como puede ser la energía solar, la biomasa o la geotermia, el ahorro puede llegar a dispararse al 70-80 %, en comparación con el uso de energías tradicionales.
También se puede añadir al conjunto suelos de cerámica o piedra natural, que son muy buenos conductores térmicos. De esta manera, se contribuye a evitar pérdidas de temperatura y a transmitir mejor el calor hacia la habitación.
Es cierto que con este sistema se tarda más en alcanzar la temperatura de la estancia. Sin embargo, una vez apagado, se mantiene el calor durante más tiempo por la inercia térmica.
Mejor aislamiento
Para instalar este sistema se necesita levantar el suelo unos centímetros de su posición habitual y añadir varias capas de diferentes materiales. Esto ayudará significativamente a mejorar el aislamiento, tanto térmico como acústico, de nuestros hogares.
Mantenimiento relativamente sencillo
Aunque pueda parecer lo contrario, la forma en la que se mantienen estos sistemas es muy similar a la forma en la que se mantiene la calefacción de radiadores: necesitan ser purgados de vez en cuando, pero con la ventaja de no tener que hacerlo por estancias, sino desde un punto central de la casa.
Como se puede ver, aunque inicialmente el coste de instalación sea mayor que el de otros sistemas, a largo plazo supone una gran cantidad de ventajas, especialmente relacionadas con el ahorro. Esto convierte el sistema del suelo radiante en una alternativa muy interesante a considerar, ya sea para implementar en nuestros hogares actuales o en los futuros.