La calidad del aire interior en los hogares es un tema de especial relevancia porque, por lo general, pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en espacios cerrados.
Sin embargo, si no se realiza una correcta ventilación a través de sistemas como la ventilación mecánica de doble flujo, el aire en el interior de nuestras casas y lugares de trabajo puede presentar una gran cantidad de contaminantes, perjudiciales para nuestra salud y bienestar.
Entre los más destacados, están el dióxido de carbono, el formaldehído, los compuestos orgánicos volátiles (COVs) y la materia particulada (PM10, PM2.5 y PM1.0), aunque existen más. Del mismo modo, hay que tener en cuenta que otros parámetros como la humedad y la temperatura también pueden influir sobre la calidad del aire interior. Por ello, es recomendable realizar una monitorización continua de estos parámetros y, de este modo, evitar posibles complicaciones derivadas de los mismos.
Por estos motivos, en este artículo hablaremos sobre cómo estos diferentes elementos presentes en nuestro entorno afectan directamente a la calidad del aire interior y su impacto sobre la salud humana.
Dióxido de carbono
El dióxido de carbono (CO2) es un gas incoloro e inodoro que se encuentra naturalmente en la atmósfera. Se produce como resultado de ciertos procesos biológicos como la respiración de animales y plantas, al igual que en procesos geológicos como la actividad volcánica.
Sin embargo, en las últimas décadas se ha producido un aumento en su concentración, principalmente debido a la actividad humana (como la quema de combustibles fósiles para generar energía y transporte).
Especialmente en los interiores, la presencia en niveles elevados del dióxido de carbono puede provocar efectos adversos sobre la salud. Entre estos, están los dolores de cabeza, fatiga, mareos y dificultad para concentrarse. En niveles muy altos, puede llegar causar problemas respiratorios y cardiovasculares.
Formaldehído
El formaldehído es un gas incoloro que se emite en materiales, adhesivos, disolventes y otros elementos comúnmente utilizados en la fabricación de productos como materiales de construcción, muebles, productos de limpieza y productos de cuidado personal. Pertenece a la categoría de compuestos orgánicos volátiles (COVs).
La exposición prolongada al formaldehído puede causar irritación en las mucosas, así como problemas respiratorios. Por ello, para reducir la exposición al mismo, es importante elegir productos de materiales que no contengan formaldehído en su formulación o que contengan el mínimo posible.
Compuestos orgánicos volátiles (COVs)
Los compuestos orgánicos volátiles (COV) son compuestos químicos orgánicos que tienen un alto nivel de vaporización a temperatura ambiente. Estos compuestos están presentes en muchos productos y materiales comunes de nuestro entorno. Algunos ejemplos son: pinturas, productos de limpieza, adhesivos, materiales de construcción, productos para el cuidado personal y alimentos.
Entre los COVs, podemos encontrar hidrocarburos alifáticos, como el etano, propano y butano; hidrocarburos aromáticos, como el benceno, el tolueno y el xileno; aldehídos, como el formaldehído; cetonas, ésteres, éteres, ácidos y alcoholes.
La exposición a los COV puede tener efectos adversos sobre la salud humana, especialmente en interiores donde su concentración tiende ser significativamente más alta que en exteriores. Estos efectos pueden implicar: irritación de los ojos, la nariz y la garganta, dolor de cabeza, mareo y náuseas. Además, algunos COV, como el benceno y el tolueno, se han relacionado con problemas de salud más graves, como el cáncer y algunas enfermedades respiratorias.
Materia particulada
La materia particulada (PM) es una mezcla de pequeñas partículas sólidas y líquidas que se encuentran en el aire. Estas partículas varían en tamaño y composición, siendo las más comunes las PM10 (diámetro entre 2,5 y 10 µm), PM2.5 (diámetro entre 1 y 2,5 µm) y PM1.0 (diámetro inferior a 1 µm).
La materia particulada suele provenir de fuentes humanas como la quema de combustibles fósiles y la producción industrial, aunque también es producida por algunas fuentes naturales como las erupciones volcánicas y los incendios forestales.
Las partículas más grandes (PM10), pueden causar irritación y molestias en los ojos, la nariz y la garganta al ser inhaladas. Las más pequeñas, como las PM2.5 y PM1.0, son aún más preocupantes, ya que tienen la capacidad de penetrar profundamente en los pulmones y entrar en el torrente sanguíneo, causando efectos graves en la salud.
La exposición a largo plazo a altos niveles de materia particulada se ha relacionado con problemas de salud como ciertas enfermedades cardiovasculares, así como algunas enfermedades respiratorias. Además, puede aumentar el riesgo de cáncer de pulmón y otros tipos de cáncer.
En resumen, es muy importante tomar medidas que ayuden a reducir la exposición a estos elementos contaminantes, dándole una especial importancia a mantener una buena calidad del aire interior a través de la ventilación del hogar. Por ello, debemos monitorizar el ambiente continuamente para detectar la presencia de estos elementos y poder tomar así las medidas necesarias para evitar su aparición.